Muchas veces creemos que el costo de un proyecto de diseño tiene que ser elevado para lograr un buen resultado.

Lamentablemente, la actividad en las plataformas y redes sociales, así como el marketing de algunas  firmas, puede confundir este mensaje. Tristemente algunos profesionales del diseño hacen con su presencia constante en estos medios, el mensaje  del “buen diseño” más confuso, apoyando la idea sumamente equivocada que hace temblar los pilares de la arquitectura en todas sus variantes.

Algunos profesionales se sienten cómodos, es más,  “les mueve” y quizá les interesa vender una imagen del arquitecto o diseñador que construye con materiales y muebles costosos y “exclusivos”, en muchas ocasiones de sitios distantes, al final todo esto es una pose.

Los verdaderos profesionales son aquellos que consiguen excelentes  resultados con los medios a su alcance. Recuerdo en la universidad al arquitecto Felix Mier y Terán, quien nos repetía: “nunca hacer algo caro que parezca barato, el reto es hacer algo barato que parezca caro”.


Por encima de cualquier economía siempre estará el talento, el cual, de momento, no tiene precio ni se puede comprar; ¡A eso se le denomina creatividad!.

El bueno diseño y la buena arquitectura deben tener como objetivo resolver problemas a la sociedad, así como conmover al usuario que la ocupa, sin embargo, la arquitectura, como el resto de las bellas artes, no entiende de economía y es accesible a todo el mundo siempre y cuando esté respaldada por buenos profesionales e importantes dosis de sentido común y honestidad.